Buenas! Cómo andas?
Por acá súper bien después de haber vivido una semana en el barrio a donde nos queremos mudar el año que viene con Gala :)
De hecho, se me hizo súper larga la estadía porque además de de recorrer e ir a la playa, estuve trabajando bastante (de lo que me gusta). Fue un lindo mix entre descanso, trabajo y playa.
Desde ya, mil gracias por los hermosos mensajes que me dejaron en el mail anterior ❤️
Al final no tuve tantos ratos de escribir como pensaba porque cada ratito libre fue dedicado a buscar casas o a pasar tiempo con amigos.
Pero sí pude hacerme el tiempo para dejar listo este mail.
Para mí, algo polémico (y muy difícil de escribir); quizá para vos no tanto. Espero que me cuentes qué opinás :)
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Sigo leyendo el libro Food Freedom de Robin Greenfield y me está llenando de enseñanzas.
Sinceramente comencé a leerlo con expectativas bajas, pensando que iba a hablar de muchas de las cosas que yo ya sabía de su desafío por todo lo que vi en YouTube. Pero me está gustando muchísimo.
Por si no sabías, Robin fue quien me inspiró a hacer mi desafío de soberanía alimentaria. En mi caso, pasé una semana completa comiendo sólo lo que pude cosechar de la huerta, recolectar de la calle e intercambiar con otras personas. Sin gastar dinero, sin pasar hambre, comiendo rico, sano y nutritivo.
Por su parte, Robin lo hizo por un año completo y sin intercambiar nada. Hizo su propia sal recolectando agua de mar, su propio aceite con cocos y no aceptó ni un bocado de algo que no sea cultivado, cazado o recolectado por él.
En un momento cuenta que tuvo una preocupación por la grasa y la proteína en su dieta. Con frutas, verduras y legumbres le sería difícil llegar a cumplir con los requerimentos nutricionales diarios.
Pero pasó algo.
Estaba cultivando girasoles para tener sus semillas cargadas de proteínas, aceites y minerales. Las vió crecer, comenzar a florecer y cuando las semillas comenzaban a estar casi listas… llegaban las ardillas a comerlas.
Cuántas veces me habrá pasado de cultivar algo buscando su fruto o semilla y que en el último minuto llegue un animal o bicho a comerla. Frustrante… no?
Tras lidiar con ello, a él se le ocurrió una idea: ¡aprovechar las ardillas! En vez de pensar que le estaban “quitando” su fuente de proteína, las comenzó a ver como fuente de proteína en sí.
En principio, me resultó un poco fuerte saber que se las estaba comiendo, pero entendí por qué lo hizo.
Tras leer su libro, ahora sé que se había formado para realizar una caza y faena respetuosa de animales de la zona donde estaba viviendo.
Tanto ardillas como peces fueron su principal fuente de proteína y grasa.
Esto me hizo volver a reflexionar en mi alimentación. Y en el lío que me metí. O creo que me metí, ya me dirás vos.
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En mi primer libro, por si no llegaste a leerlo, cuento por qué pasé de una alimentación basada en “carne, papa y huevo” a ser vegetariano (técnicamente ovolácteovegetariano: comer principalmente vegetales sin dejar los huevos y lácteos); y cómo eso impactó en mi relación con la comida.
Ahora siento que socialmente estoy atado a esta dieta. Siento que quienes me siguen en redes, leen mis mails o simplemente “me conocen” dan por sentado mi dieta.
Sin embargo, ahora estoy comiendo carne.
Es la primera vez que lo digo.
Cuando mis ingresos dependían de Cuidar a la Tierra me daba miedo decir que comía carne. Pensaba que mi sustento económico dependía de las redes y ellas dependían de la imagen que yo mismo había creado. En mi cabeza: “El chico vegetariano que enseña sobre huerta”.
No fue nada fácil volver a comer carne, llevó todo un proceso.
Cuando terminé de editar mi libro, hacia mediados de 2023, seguía teniendo una dieta basada en plantas. El cambio se dió hacia fines de ese año por una conjunción de muchos motivos.
Por un lado, en uno de los último capítulos del libro cuento que adoptamos a Circe 🐶 en Octubre de 2022. Lo que no conté es que desde el día que llegó a casa le dimos alimentación fisiológica (también conocida como BARF por sus siglas en inglés: Alimento Crudo Biológicamente Apropiado), es decir, nunca comió el “balanceado” típico. Como su dieta incluye principalmente de carne cruda y suplementos, llevo más de dos años cortando kilos y kilos de carne al mes. Al principio, siendo vegetariano me daba algo de impresión. Pero al pasar de los meses me desensibilicé. Quizá más de la cuenta.
Por otro lado, el quiebre se dió cuando me capacité sobre cuestiones de salud que tengo. Tras consultas con diferentes especialistas, descubrí que un gran causante de mis problemas son los hidratos de carbono en general (y el gluten en particular). Una solución que comparten todos los profesionales que consulté es: comer mucho menos hidratos y aumentar tanto grasa como proteína.
En principio intenté continuar con la dieta vegetariana, aumentando principalmente legumbres, pero me sobrecargaba el estómago y terminaba muy pesado. Allí fue cuando, tras haberme desensibilizado, probé volver a comer algo de carne a ver cómo me caía.
Para mi sorpresa… ¡me sentí muy bien! De a poco comencé a aumentar la cantidad gradualmente. Me pasaba que los días que me alimentaba principalmente de carne me sentía mucho más saciado, sin deseo de comer cosas dulces y me sentía con mucha energía. Así que no hubo vuelta atrás.
Dejé el vegetarianismo.
Sumado a esto, entendí que la muerte en matadero no es la única forma en la cual puede llegar la carne a mi mesa. Si compro en carnicerías convencionales, sí. Pero si consigo, como ahora, carne agroecológica de pastura, tiene otro tratamiento completamente diferente.
Adicionalmente, estoy en un proceso de desarrollo de masa muscular. Para lograr el objetivo deseado, en una dieta vegetariana necesitaría comer más de 30 huevos al día. Cosa que se complicaba un poco. Y reemplazar los huevos por legumbres tampoco era una opción por lo que te conté antes. Así que la carne también entra a mejorar mi alimentación allí.
Finalmente, (para seguir sumando motivos y bajar el nivel de culpa que siento) muchas veces es más sustentable comer carne agroecológica que una no-carne (alimentos basados en plantas que logran la textura y sabor de la carne gracias al agregado de decenas de aglutinantes, saborizantes, colorantes…).
Que tema la comida, ¿no?
Y qué tema yo, que me metí solito acá. Durante tantos años hablé del impacto negativo de comer carne para el ambiente, para los animales y para las personas. Sin embargo, acá estoy.
Uno de los tantos aprendizajes que me trae todo esto es algo que me dijo un amigo, Feta, el día de mi casamiento: “Cada vez afirmo menos lo que pienso, es más pongo en duda lo que digo. Me pasó de afirmar algo con mucha fuerza y a los 6 meses pensar completamente diferente.”
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Te cuento todo esto porque Cuidar a la Tierra mutó y ahora no se trata simplemente de hacer huerta y compost. Se trata de integrar todo lo que he aprendido estos años - y sigo aprendiendo - sobre llevar una alimentación sana para mí y para la Tierra.
Obviamente queda mucho por explorar, cuestionar e integrar, pero ya te seguiré contando.
Me hubiese encantado poder dedicarle más tiempo y profundidad a estas palabras, pero el mail tiene que salir hoy. Cosa que está buena, sino procrastinaría aún más este tema.
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Si tenés ganas, podés comentar o responder con ideas o preguntas. Probablemente retome el próximo mail con algo de esto.
Gracias por estar ahí.
Gracias por cuidar a la Tierra,
Fran.
De verdad que te metiste solito, porque alguien que habla de huerta y compost debía tener una dieta vegetariana? Porque si te dedicabas a eso debías decir cual era tu dieta? Conclusión libérate…de prejuicios y hace lo que te haga bien…la vida es una…y tampoco está mal si un día compras en la carnicería de la esquina…son cuestiones de la vida cotidiana…que no te hacen mejor o peor que otros. Buen domingo
Hola Franco! Que bueno ver que la búsqueda y el camino continúan y que la mejor forma de caminar liviano es sacando el peso de los juicios para dejar espacio a las preguntas. Abrazo grande.